El equipo antioqueño tuvo un primer tiempo para el olvido. Recompuso y dejó la llave abierta.
Fue 2-1 pero pudo ser 2-2. Y tiene una explicación: Junior le pasó por encima a Nacional en el primer tiempo, pero se relajó en el segundo, le dio vida a su rival –de paso la pelota–, y permitió el descuento; la segunda parte ya fue más pareja, más parecida a una final.
En la primera parte Nacional fue un equipo desconocido, pálido, extrañamente nervioso. Cayó inocentemente en las trampas que le puso Junior. Entregó mal porque no tuvo movilidad, y su rival, con un una idea voraz de ir al frente, aprovechó esa pasividad y ese desconcierto.
La clave inicial del Junior estuvo en esa presión constante de Celis y Cuéllar, los dos volantes de marca, que fueron perros de cacería, que anularon a los volantes de Nacional, los encimaron, no los dejaron ni recibir el balón cuando ya los estaban presionando.
Nacional no pudo hacer su juego por las bandas porque Junior le puso a sus laterales en la mitad de la cancha, anclando a sus rivales que no pudieron salir. Además, se gestaron sociedades letales entre los volantes externos, Jarlan Barrera y Vladimir Hernández, y los laterales, principalmente Domínguez, quien centró todo lo que quiso y con peligro.
Un tercer punto clave fue la movilidad que tuvieron los atacantes. Dos fieras. Si Ovelar salía del área, Toloza se metía entre los centrales a incomodar, y viceversa. La presión de Junior comenzó con ellos y el apoyo de los volantes.
Así, Junior, que además aprovechó los regalos y los nervios de Nacional –Chará perdió el balón en el primero, y Armani, en el segundo– se fue ganando 2-0 el primer tiempo.
Nacional recompone
Dos cambios hizo el técnico Rueda para intentar salir de esa presión juniorista y hacerse con el balón: ingresó Sebastián Pérez por Mejía, que le faltó agresividad; y Marlos moreno por Macnelly Torres, que estaba anulado.
Los cambios eran claros, Nacional necesitaba tener la pelota, así tuviera que arriesgar. Chará, de mal primer tiempo, asumió protagonismo sin Macnelly; Pérez recuperó y entregó limpio. Guerra se asoció. Nacional atacó no solo por las bandas, sino por el centro, y descontó.
Junior bajó la intensidad de su marca, de su presión. Le cedió la pelota a Nacional y el equipo verde, con ella en los pies, reaccionó, creció. Posteriormente entró Copete por Duque, que también estuvo anulado. El partido se volvió más abierto. Ya la diferencia era mínima, y fue necesario –quizá tardío–, el ingreso de Narváez, para cerrar la mitad del Junior.
Nacional, pero demostró que si tiene la pelota y la movilidad, puede superar hasta un partido espantoso como el que tenía.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET