Una especie de éxodo a pie de miles de ciudadanos venezolanos que salieron de su país por la frontera con Arauca, han despertado sentimientos encontrados en los casanareños a su paso por este departamento, principalmente por el eje de la vía marginal del llano. A pie, hombres, ancianos, mujeres y niños pasan sin un destino cierto a lo que llaman un viaje sin retorno.
De una parte, existe el temor de los casanareños ante la incapacidad de brindar para propios y recién llegados los servicios públicos, de salud y educación, así como de poder absorberlos en la mano de obra laboral y el sistema comercial ya establecido en el departamento.
De otra, la solidaridad con quienes han tenido que soportar largas caminatas con hambre y durmiendo a la vera de la carretera, especialmente a la intemperie.
La mayoría de ellos manifiestan que su destino no es Casanare y buscarán nuevas oportunidades en países ubicados más al sur del continente, otros ni siquiera saben a dónde llegarán en su periplo.
Solidaridad
Desde este fin de semana, los ciudadanos de varios municipios, especialmente de Yopal, empezaron a brindar ayudas a estas personas. Inicialmente fueron los periodistas, quienes instalaron una carpa en la plazoleta del edifico Emiro Sossa Pacheco, desde donde se recepcionaron ayudas de los ciudadanos y a la vez fueron entregadas a quienes por allí pasaban.
Sin embargo, debido a que muchas personas que están asentadas desde antes en la ciudad hicieron presencia allí y hasta repetían fila, decidieron con la ayuda de la Cruz Roja trasladar el punto para un punto más al norte de la carretera para garantizar que las ayudas llegaran a quienes hacen parte de la actual caminata migrante.
Gracias a este ejemplo y de otras actividades realizadas por personas diferentes, empezaron a verse grupos familiares que de manera dispersa acondicionaron sus vehículos como micro centros de distribución de comida que ellos mismos prepararon.