
A inicios de la década pasada el embajador de los EEUU Myles Frechette y el exagente Joe Toft afirmaron, que Colombia, se estaba volviendo una ‘narco democracia‘ por supuesto nos rasgamos las vestiduras y consideramos esas afirmaciones un insulto. Con el tiempo nos hemos dado cuenta, que los narcóticos permearon la institucionalidad, que son varios y recientes los eventos, donde familiares de altos funcionarios del Estado , o ellos mismos han estado involucrados, y que siguen ocurriendo situaciones inverosímiles como la narcoavioneta que partía de una base policial.
A lo anterior se le suma los numerosos y casi cotidianos escándalos a todo nivel, por malversación de fondos públicos. Los gobernantes parecen dedicados al hurto, hasta altos togados han incurrido en ello. Sin embargo, como ciudadanos también tenemos culpa y mucha, sea por acción o por omisión. Si no votamos, les facilitamos las cosas a los que manejan, alcaldías , gobernaciones, entidades estatales y hasta la presidencia con poca votación y muchos torcidos. Tenemos parte de culpa y por tanto de responsabilidad. Cuando pensamos que un candidato, que no de ”virusa” , mercados, materiales de construcción es un tacaño, un pobretón indigno de nuestro apoyo. Igual cuando vendemos el voto. En este caso es un pacto entre bandidos, un pacto con el diablo, donde quien tiene el poder es el que se impondrá. Ya lo dijo el fallecido exmagistrado de la corte Constitucional Carlos Gaviria «El que paga para llegar, llega para robar«.
Educadores y padres generalmente intentamos formar a los hijos en valores arcaicos como: la integridad , la solidaridad , la corrección . Mientras, ellos ven, como se hurtan su PAE, con la complicidad en muchas ocasiones de sus rectores. Pero también ven como muchas veces, sus padres, hurtan los servicios públicos y los justifican romantizando esa mala acción . Si tuvieron la fortuna de que sus hijos sean profesionales, ven como los gobernantes hacen gimnasia para no convocar los concursos de mérito, para eternizar funcionarios en provisionalidad que en muchas ocasiones no merecen esa oportunidad. O cuelgan malla, en los despachos, o están a la cacería del señor Alcalde, con una hoja de vida, debajo del brazo, a la salida de misa, de la inauguración de una obra, de una emisora para ver cómo se la entregan con la esperanza de lograr para ellos, una chanfaina en la burocracia. Igual sucede con los contratos de prestación de servicios. Las llamadas nóminas paralelas, donde en cada contrato se adecúan, sobre medida, los requisitos de los afortunados, incluido el salario. Es lo que llaman los modistos “Haute Couture”, (alta costura). Donde por contrato, los beneficiados, son declarados Consultores, así no sepan ni donde están parados y por lo mismo no tengan idea de lo que van a hacer, Todos, alguna vez en vida tuvimos de esos compañeros en los trabajos oficiales o lo fuimos, y supimos que a más de una la dejaron con los crespos hechos y las bragas abajo; riesgos que se corren dirán los gobernantes.
Sí se trata de contratistas, la cosa es a otro nivel. El problema casi insuperable hoy en día, no es el pago del diezmo en sí, que ahora es por adelantado y no es del 10%. Amén de la reserva de una “platica” para la cadena de intermediarios, dedicados a lo mismo, para que le aprueben las actas y que la final no vaya y caiga en la desgracia de un cambio de gobierno, porque literalmente las cosas son a otro precio.
No, El contratista tiene los desafíos, debe ver cómo se las arregla para medio entregar la obra, para lograr adicionales, o para entregar el suministro. Por eso el verdadero problema se ha vuelto la calidad de lo entregado. Los edificios se caen, los computadores son desactualizados, los libros son de hace los años de upa, las minutas alimenticias no se cumplen y los alimentos muchas veces están descompuestos o son carne de burro o de caballo. Reconozcámoslo, nos burlamos del Presidente Turbay, pero tenía razón cuando sentenció: la corrupción hay reducirla a sus justas proporciones, algo que no hemos logrado, y como se trata de una conducta cometida a todo nivel nos mal gobierna una cleptocracia.
Miguel Alfonso Pérez Figueredo