Por estos días cuando se adelanta con entusiasmo y denuedo la campaña de vacunación en Colombia y el mundo contra el temible Covid-19 se encuentra uno con la información de algunas personas que no quieren aplicarse la vacuna que ayuda a hacer la diferencia entre la salud, la enfermedad o la muerte.
Tal como lo demuestra el fallecimiento repentino de muchos de nuestros conocidos o seres queridos que se fueron a la eternidad cuando aún les quedaba tiempo para ver amaneceres, otros la han pasado muy mal por días, e incluso semanas en sus casas o en un hospital.
En esta pandemia de Covid-19 hemos conocido con más fuerza la cara negativa de la manipulación informativa en internet y redes sociales cuando de manera irresponsable muchos seudo médicos o seudo científicos, amén de charlatanes y estafadores de siempre desde estos medios han afirmado cosas como la inexistencia del virus primero, y luego han difamado de la importancia de la vacuna relacionándola con historias que rayan en la ridiculez o el fanatismo religioso.
Nuevamente, y como ha sido costumbre milenaria los chamanes y religiosos achacan cualquier elemento de tragedia del hombre a un supuesto castigo divino por el pecado hedonista o de maldad, entonces, desconociendo la dinámica de la naturaleza donde cada ser vivo puede afectar a otro dentro de su subsistencia básica destilan discursos inquisidores o apocalípticos para condicionar las acciones del hombre libre y autónomo y así llevarlo dócilmente a su redil donde será alienado y esquilmado.
Ese fundamentalismo religioso y la ignorancia desconocen el avance y la fortaleza de la ciencia médica que por siglos ha venido aprendiendo, cada vez con mayor exactitud sobre cómo funciona el cuerpo humano, su degradación cíclica; pero que también ha puesto mucho énfasis en el conocimiento de virus y bacterias que nos rodean por millones, que pueden ser mortales algunos y otras estrictamente necesarias…Esa medicina que hoy día trasplanta órganos, cura enfermedades impensables hace un siglo, con sus vacunas a los niños llevo las muertes prematuras a casi cero y ha permitido elevar el promedio de vida hasta los 70 y más años.
Mirando atrás, hay que recordar que en los siglos de la Edad Media la poca erudición existente fue exclusiva para las clases gobernantes y la nobleza, el pueblo raso vivía un analfabetismo brutal y sus interpretaciones a los fenómenos desconocidos caían casi siempre en ignorancia o superstición atribuyendo a magia o fuerzas sobre naturales lo inexplicable.
Esta circunstancia empezó a cambiar cuando a mediados del siglo XV se inventó la imprenta y los libros y el conocimiento dejo de ser un elemento único de las clases altas para llegar a artesanos, artistas, pequeños comerciantes y nobles venidos a menos, sin embargo, debieron pasar casi tres siglos para que la burguesía europea pasando luego por las etapas históricas del Renacimiento y el teocentrismo remplazado por el antropocentrismo llegaran al periodo de la Ilustración del siglo XVIII con ideas que cuestionaron los poderes monárquicos, la influencia de la iglesia, las supersticiones y en general todo aquello que no tuviera sustento en la racionalidad, la lógica y los elementos propios de la ciencia(método científico)que empezaba a afianzarse en las mentes progresistas de la época dándole la bienvenida a la visión moderna actual.
En estos momentos y a pesar de ser Occidente(América y Europa) la cuna del avance científico, tecnológico y humanístico en los siglos precedentes no deja de sorprender lo que ha ocurrido en el caso de esta pandemia cuando un porcentaje significativo de la población ha negado la veracidad de las afirmaciones de gobiernos y científicos prominentes de diversos países del primer mundo sin ningún soporte lógico ni de conocimiento concreto y pareciera que el hecho de que algunas personas publiquen en internet o redes sociales discursos sofistas o supuestas conspiraciones contra la salud mundial o la misma humanidad los eleva a nivel de autoridad académica cuando no poseerían formación especializada en temas tan complejos como lo relacionado con este letal virus.
Parecería entonces que en este caso y en similares la ignorancia, la superstición y el miedo instintivo a la muerte desatan un tipo de emocionalidad que nos lleva a creerles solo a quienes digan lo que deseamos escuchar, así la ciencia de la salud afirme lo contrario. Como paso con el ex presidente fantoche de USA quien convencido de ideas religiosa y económicas no tomo las prevenciones, también el actual de Brasil, llevando a sus pueblos a la perdida de cientos de miles y miles de vidas que se hubiesen podido salvar si hubieran primado los conceptos científicos, como también puede estar ocurriendo en Colombia.
Por: Eulises Casadiegos Barrera