Del periodo de aislamiento social preventivo obligatorio al de aislamiento selectivo y distanciamiento individual responsable a partir del 1 de septiembre, merece un análisis a cerca de las diferencias entre las dos fases y de las cargas obligacionales de prevención para el individuo, la sociedad y su interacción con el Estado local y nacional.
En el primer estadio: el aislamiento social preventivo obligatorio, y por ésta vía, limito y regulo el derecho de locomoción de las personas, con asistencia social, trabajo remoto y en casa, toques de queda, picos y turnos de salida para abastecimiento de alimentos y medicinas; lo que se puede considerar como una etapa de preparación del Estado frente al manejo de la intempestiva aparición del covid-19; así como también, como el periodo de reflexión colectiva e individual para contener el contagio del coronavirus que afectaba el planeta en general, incluidos los países que tienen sus industrias farmacéuticas desarrolladas que se sabía recibían los embates de muerte y desaceleración económica casi en igualdad con países pobres.
En este periodo, se destacó una mayor intervención del Estado policivo en detrimento de los derechos individuales y sociales de los ciudadanos, mediante patrullajes, cierre de establecimientos abiertos al público para la distribución de productos, eventos deportivos y de diversión, cierre de iglesias con la imposición de comparendos a quienes no acataban el aislamiento obligatorio preventivo. Todo ello llevo a reclamos de los comerciantes en general y gremios de la producción nacional con escasas excepciones como los bancos que no cerraron sus puertas al público y por eso ese servicio no colapsó.
En el segundo estadio: aislamiento selectivo y distanciamiento individual responsable, en este periodo cambia la ecuación protectora de la salud de los ciudadanos, donde el Estado es menos policivo, otorga mayores responsabilidades y libertades en contraposición a la primera etapa restrictiva; con menos comparendos y donde la carga obligacional de protección ante el contagio del coronavirus covid-19 es del individuo como integrante de la sociedad. Esta nueva etapa implica mayores medidas de seguridad de la sociedad, de no ser así, es posible un eventual retorno al aislamiento obligatorio si las estadísticas de contagio se llegaren a disparar por desorden o relajamiento social. En ultimas pareciera coger sentido práctico el virilizado mensaje de “sálvese quien pueda”.
Entre tanto, pareciera que la salud mental en pandemia fuera lo más descuidado por las autoridades públicas, agravado por pérdida del empleo, la desaceleración económica, menos vida social y productiva, la implementación de la conectividad donde la interacción paso de ser persona con la pantalla, largas exposiciones con las tecnologías, disminución del tiempo de sueño, aumento de jornadas de trabajo sin control, poca valoración del trabajo virtual, ansiedad, sub empleo, miedo al contagio, readaptación a la despedida de familiares que dejaron este mundo.
Y una legislatura poco amigable con las expectativas de las nuevas generaciones por ausencia de oportunidades de incorporación al mercado laboral, implementación del trabajo por horas, ausencia de políticas públicas de recreación en pandemia, una de las tantas recomendaciones del Comité Interamericano de Derechos Humanos por atender. No obstante, el Llano, los Llaneros con el ganado y la agricultura sacaron con éxito a flote la economía y la seguridad alimentaria de la región y del país. Próxima reflexión. Pedro Nel Pinzón G.