Cursa actualmente en el Congreso de la República el famoso proyecto de ley de reforma a la salud.
Documento que consta de 68 artículos divididos en XII capítulos, que según Vargas Lleras (El Tiempo, 2 de mayo de 2021) “con esta ley se pondrán en marcha el examen único nacional de ingreso y las alianzas público- privadas que, aunque existen hoy, no funcionan y permitirían canalizar importantísimos ingresos para el sector; también se reglamentan los conglomerados, se depuran las EPS y se establece un tope máximo a sus gastos administrativos y, como si fuera poco, se crea el saneamiento financiero del sistema”. Es una expresión poética para una realidad del país muy diferente.
Vale aclarar que el sector salud maneja cerca de 40 billones de pesos, todo un baloto, equivalente a dos reformas tributarias y a cuatro veces el robo a REFICAR. Es una colmena con mucha miel para financiar la próxima campaña electoral.
Sobre el texto del proyecto podemos mencionar aquí las voces de las distintas agremiaciones médicas y del sector salud, la atornillada de las EPS, que las fortalece, no favorece a los hospitales públicos, vulnera el derecho fundamental a la salud, no mejora el acceso a sus servicios ni las condiciones financieras de los hospitales. Además, las actuales Entidades Prestadoras de Salud (EPS) se convertirían en Aseguradoras en Salud y muchos hospitales públicos que no muestren resultados financieros positivos serían liquidados.
El proyecto tiene un alto ingrediente de capital financiero internacional, según los expertos en el tema, todo un esquema privatizador que funciona sobre el modelo de mercado de competencia y utilidad monetaria, muy similar al modelo gringo donde las multinacionales podrán controlar la salud pública, así como están incrustadas en el manejo del agua.
No se requiere entonces de otra ley para este sector. Ya tenemos las Leyes 1122 de 2007, 1438 de 2011 y la 1751 de 2015, entre otras. Sólo se necesita despolitizar a la Supersalud y al mismo Ministerio de Salud, y ejercer control sobre estos billonarios recursos. Esto me tiene los ojos aguao, como dice Silvestre Dangond, en su canción “Volví a llorar” del compositor sanjuanero, Amilkar Calderón Cujía.
¿Estos políticos son ciegos y sordos, que no quieren ver la realidad del país? Esta reforma es un engaño que el pueblo colombiano está rechazando en las calles. Un aborto que debe archivarse.
Por: Francisco Cuello Duarte