Amnistía Internacional (AI) denunció hoy que las cárceles de Brasil están sumidas en un «hacinamiento grave, condiciones degradantes, tortura y violencia» ante la pasividad de las autoridades del país para solucionar esta problemática.
«Las autoridades no han tomado las medidas concretas en los últimos años para superar la grave superpoblación y las pésimas condiciones y para evitar la violencia letal dentro de las prisiones», apuntó la Organización No Gubernamental en un comunicado.
Amnistía Internacional se refirió a la última reyerta entre bandas criminales ocurrida en la madrugada del domingo en una cárcel del estado de Río Grande do Norte, en la cual murieron 26 reclusos.
«Todos los muertos estaban presos en la Penitenciaria Estatal de Alcaçuz y la gran mayoría fue decapitada, algunos fueron descuartizados y otros quemados. Parte de las instalaciones de la cárcel fueron destruidas durante el motín, que duró más de 14 horas», señaló AI.
La organización apuntó además que «más de 8.000 personas están presas» en ese estado brasileño, ubicado al noreste del país, pero su sistema penitenciario «tiene capacidad solamente para 3.500».
Además, AI recordó que en marzo de 2015 el Gobierno regional «ya había declarado el estado de calamidad en su sistema carcelario» debido al alto número de rebeliones ocurridas en aquella época.
En ese sentido, pidió a las autoridades pertinentes «investigar rápidamente las muertes» recientes y «adoptar medidas» para evitar sucesos parecidos dentro de las cárceles.
Tan solo en los primeros quince días de 2017 más de cien presos han muerto en prisiones brasileñas en una de las peores crisis de la historia del sistema penitenciario del país, el cual alberga a 622.000 reos, lo que supone un 67,3 % más de su capacidad.
«Hacinamiento grave, condiciones degradantes, tortura y violencia son el patrón de las cárceles brasileñas», aseveró AI.
Brasil tiene la cuarta mayor población penal del mundo, por detrás de Estados Unidos, China y Rusia.