El municipio no es pobre. Pobre es su gente. Puebloviejo es un municipio del (Magdalena), con unos 35.000 habitantes, de 700 kilómetros cuadrados, con un 70% de cuerpos de agua y un 30% de tierra firme. Su mayor fuente de ingresos es la pesca artesanal en el Mar Caribe y en la Ciénaga Grande del Magdalena.
El mar está siendo contaminado con el carbón que se exporta por Ciénaga y que años anteriores salían de Prodeco en Santa Marta; la Ciénaga Grande, con las aguas residuales del municipio de Ciénaga y los insumos químicos que sin ningún control se utilizan en los cultivos de banano y palma africana en municipios vecinos. Por la contaminación del carbón no recibe un solo peso de regalías.
El problema es genético. ¿Por qué? Pues fuimos colonizados por lo peor de España: 90 locos que acompañaron a Colón en el cuarto viaje que llegó en 1502, que no sabían para dónde iban ni dónde llegaron. Era una carabela como La Tramacúa.
Allí venían los de Reficar, Odebrecht, Interbolsa, AIS, El Guavio y Caprecom, Bionergy en los Llanos, entre otros. Si hubiésemos sido colonizados por alemanes, noruegos o japonés, seguramente seríamos otros. La reina de Castilla, Isabelita, tumbó a Colón. No le cumplió el contrato suscrito y Colón murió viejo, loco y pobre.
El problema también es político. ¿Por qué? Los 35 muchachos muertos en la tragedia de Tasajera no tenían presente ni futuro alguno. Eran, como la gran mayoría de la población, víctimas de un sistema político podrido.
Puebloviejo pone 20.000 votos para Senado y Cámara de Representantes. La mayoría vende su voto en un acto de folclorismo diabólico e irresponsabilidad colectiva, eligiendo candidatos que no conocen y sin compromisos con la región. Es el voto sin rostro. Llegar a la Alcaldía cuesta 2.000 millones de pesos. En el municipio vecino vale 5.000 millones.
El caso de Tasajera debe ser un acto que no puede repetirse en la historia de esa región. El diablo es puerco. Pero, con la ayuda de Dios y de toda la población, se puede acabar con la pobreza, el hambre y la ignorancia, a través de un arma poderosa, sin violencia y sin sangre: es la cédula de ciudadanía, para elegir buenos líderes comprometidos con los problemas del pueblo. No hay otros caminos sanos.
Por: Francisco Cuello Duarte
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