El llano, los ganaderos y la agricultura a lo largo de la vida republicana, le han cumplido a la región y al país en la provisión de alimentos en las diferentes crisis pandémicas y de ostracismo por el centralismo administrativo.
En efecto, el Banco de la República recientemente certificó que del hato ganadero Casanareño se sacó el ganado y otras provisiones para sostener el ejército libertador durante los años 1815 a 1819 cuando esta provincia enfrentó la reconquista española hasta la victoria final en el Puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819.
Posteriormente, el llano fue sometido a un periodo de olvido y negación de su contribución en la reconstitución de la república, aunque no dejó de proveer ganado al centro del país llevándolos por los distintos caminos reales, aun acudiendo al enchanguetarlos para asegurar el acenso de las vacadas a los andes guiados por expertos baquianos, así lo hicieron a lo largo del siglo XIX.
Posteriormente, los ganaderos y de paso los agricultores de los llanos, sin amilanarse de los efectos económicos de la primera y segunda guerra mundial, siguieron llevando ganado a centro del país y a Venezuela para garantizar, no sólo mejores precios del mercado, si no también, por la seguridad alimentaria en ambos Estados.
Se puede afirmar, sin visos de equivocación que la actividad ganadera de los llanos orientales no ha parado su producción en los últimos doscientos años; periodo en el cual, y en ocasiones ha sustituido al Estado en sus fines esenciales como el aseguramiento a derechos de la educación, a la salud y el arreglo de vías entre otros.
Muchas de las escuelas hoy prestigiosas instituciones de educación, fueron fundadas por iniciativa de los ganaderos de la región; quienes para lograr la permanencia de sus caporales y trabajadores en sus hatos donaban el lote para la escuela, la mamona y todo lo necesario para el bazar y así se construyeron muchas escuelas rurales, y de paso pagaban el salario del profesor, según relatos del pariente Humberto Zambrano Guio (QEPD).
Lo mismo ocurrió según la fuente citada con varios puestos de salud, arreglo de caminos, construcción de pasos ganaderos en los ríos y caños donde el apoyo de los ganaderos fue muy decisivo a la hora de satisfacer necesidades básicas de la sociedad llanera en regiones apartadas.
Con el auge de la industria de hidrocarburos en los años ochenta, el llano vivió una especie de petrolizaciòn de la economía donde casi todo giraba en torno a los negocios del contrato petrolero, bien del Estado o de los particulares; pero los ganaderos fieles a su vocación y tradición no descuidaron ese importante renglón propio de la región y mantuvieron el hato ganadero sacándolo a flote cuando se vino la crisis de precios bajos.
Hacia el año 2014, cuando los precios internacionales del petróleo cayeron de 110 a 46 dólares el barril, y se vino una crisis económica, una de las pocas empresas que había para mostrar en Casanare era la subasta ganadera y razas mejoradas.
Con la desaceleración económica internacional generada por el covid-19 y que amenaza pasar al año 2021, la actividad ganadera se mantiene intacta, erguida y productiva surtiendo con carne y leche la región y el centro del país. Por ello, en medio de tantas crisis y lamentos por inactividad y caída de negocios, los ganaderos como sector productivo merecen admiración, afecto y respeto individual y colectivo.
Pedro Nel Pinzón G.