Transparencia Internacional es una entidad no gubernamental u ONG, con sede en Berlín dedicada a esa materia a nivel mundial. Ha construido el indicador globalmente aceptado del Índice de percepción de corrupción (IPC). Para el 2020, ha calificado a Colombia con 37 puntos, muy por debajo del promedio global de 43 , convirtiéndola en uno de los países más corruptos del mundo, ubicándola en el puesto 98 de 175 a nivel mundial, teniendo a Nueva Zelanda y Dinamarca en el puesto 1 como los países menos corruptos y a Siria, Somalia y Sudan como los más. Para consuelo nuestro estamos por debajo de Rusia y Venezuela que también está entre los últimos.
La corrupción, se refiere no solo al saqueo de patrimonio del Estado, también incluye ofrecimiento y la recepción de sobornos, coimas; la malversación y la negligente asignación de fondos y gastos públicos; la sub o hiper valuación de precios; los escándalos políticos o financieros; fraude electoral; la paga a periodistas, la compra de información en medios de comunicación masivos o la infiltración de agentes para obtener información y beneficios concomitantes; el tráfico de influencias ; el financiamiento ilegal de partidos políticos, el nepotismo y-o clientelismo , conductas todas que diariamente se realizan en nuestro país, ya no solo por la élite a nivel nacional, sino que el mal ejemplo cundió a departamentos, capitales y municipios .
Pero hagamos un paralelo entre los casos de Odebrecht, y Centros poblados, y nos daremos cuenta que los comportamientos de los contratistas y funcionarios colombianos subieron de nivel. No estamos comparando el monto de los contratos en juego, sino el “Azcárate” de las conductas realizadas.
Una exministra que se declara víctima, ¿ o auto víctima?, dentro del proceso penal y que ha reteque jurado que ella nada sabía, aunque conocía de vieja data a los contratistas beneficiados, con un abogado asesor en su despacho, que al mismo tiempo era asesor de la firma beneficiada. Eso sí vinculado mediante CPS para que no adquiera la condición de funcionario público.
“De parte de quien vienes hoy, de Dios o del Diablo”, se ha vuelto frase de cajón para normalizar con humor, el uso de la puerta giratoria , en la que hoy somos parte de los consultores en contratos del estado, y mañana somos parte de los asesores de los contratistas beneficiarios de esos contratos. Las ratas cuidando el queso. Como en los carteles, los lavaperros, dispuestos a delinquir temerariamente; es el caso de la falsificación de las pólizas. Funcionarios públicos sean supervisores interventores , diligentes a hacerse los de la vista gorda, mediante informes y conceptos igualmente chimbos. Otros participando en la confección del contrato sobre medida , para que sean tenidos en cuenta en la repartición, así sean migajas . Ser legal no paga. El riesgo vale la pena, a los altos funcionarios investigados se les sanciona con mejores puestos o contratos. “Bonito así”.
Mientras la ciudadanía está indignada, ellos replican: “La gente, que se aguante”. En fin , los Altos funcionarios comportándose peor que la familia Duvalier de Haití , que fue capaz de robarse los dineros de las ayudas internacionales, con ocasión de un terremoto, destinados a las miles de víctimas; acá con el PAE, el internet para pobres, etc., etc., etc.
Para completar la dicha, las investigaciones disciplinarias por lo mismo, a la ex ministra, la investiga otra cuota del Clan Char, una Procuradora General de la Nación , uno de cuyos hijos es socio contratista reconocido de la región por ser practicante de aquello de que. “yo pongo el contrato , tú el biyuyo y vamos miti miti”.
Más allá de la telaraña de intereses entre políticos de ese clan, están los contratistas “que tienen las pelotas para hacer la vuelta” , no puede ser cualquiera, sino con los antecedentes. – corrijo con el perfil, de Emilio Tapia-, vinculado a escandalosos contratos , bandidos en todo el sentido de la palabra, quienes ya han sido condenados , que tienen su combo y encarnan la frase de Pablo Escobar. “Hay tres maneras de hacer las cosas: bien, mal y como yo las hago”. Tan nauseabundo es el olor del asunto, que hasta Vargas Lleras tomó distancia, “Juntos, pero no revueltos”.
Por eso los ciudadanos tenemos que convertirnos en la primera fila, que retome el control de la situación en las próximas elecciones, porque ya no es solo una cleptocracia la que nos mal gobierna , ahora se han convertido en una bandidocracia.
Miguel Alfonso Pérez Figueredo