Desde su finca en Córdoba y con voz enérgica, el senador Álvaro Uribe puso orden en su partido, el Centro Democrático. El pasado fin de semana el expresidente montó en cólera al enterarse de un brote de indisciplina protagonizado por un representante a la Cámara y un gobernador.
Primero, el expresidente reprendió al congresista Edward Rodríguez, luego de las quejas que le hicieron llegar varios parlamentarios, entre ellos la vocera en la Cámara de Representantes, Tatiana Cabello, por la reunión a la que asistió Rodríguez en la Casa de Nariño el pasado 27 de enero con delegados de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, Ocde.
Después de ese episodio Uribe Vélez tuvo otro momento de furia al enterarse que el gobernador de Casanare, Alirio Barrera, del Centro Democrático, había hecho el compromiso con el presidente Juan Manuel Santos de prestar buenos oficios para un acercamiento entre el mandatario y el senador Uribe.
El encuentro entre el gobernador y Santos, con abrazo incluido, tuvo lugar el 27 de enero al ser sancionada en Casanare la ley Zidres, donde Barrera dijo: “El presidente Uribe es una persona muy querida en esta región a la cual respeto, admiro y le debo mucha gratitud (…) en lo que yo pueda hacer señor presidente, para que Dios permitiera que en una próxima oportunidad pudieran estar los dos conmigo (Santos y Uribe), cuente para hacer esta interlocución”.
Uribe les hizo saber con vehemencia a los integrantes del Centro Democrático que no iba a aceptar mediación alguna para buscar un acercamiento suyo con Santos Calderón, y tampoco iba a oír insinuaciones para asistir a la celebración de los 15 años del Plan Colombia en Washington.
Al día siguiente el Centro Democrático profirió un comunicado en el que anunciaba su desacuerdo con la intención del Gobierno de buscar un acercamiento con el expresidente Uribe.
(Con información de kienyke.com)